(A Julia de Burgos)
Ahora, cuánto bullicio tumultuoso
en chillidos de pájaros,
en zumbar de hojas locas que se riegan
con la pasión voraz de un cuerpo líquido
sobre un espacio cuajado de huecos.
Ahora, cuánto aliño
cuánto homenaje en tela o en papel
y cuánta desmedida adulación
celebrando el quehacer
de una mujer-poeta-pensamiento
que murió a punto de congelación,
abandonada en un país de sordos,
lejos de todo y de todos,
mordida por el hambre, por el frío.
Hoy, sintiendo su oficio,
que es el oficio mío, es ella la que habla.
El poema interminable que dedicó a su río,
conforma el verbo mío.
Como el niño goloso de aquel cuento,
su poderoso dedo hecho a palabras
cerca la orilla de la luz,
detiene el paso turbio de las aguas
y ajeno a adulaciones y a alabanzas,
surca el foso del tiempo.
Esta Julia de todos y de nadie,
rezo hondo, aliento grande,
bajo la negra sombra del destierro,
no precisa de flores, medallas o estatuillas
pulidas y ofrecidas a destiempo.
Ahora es ella, sólo ella la que habla.
Y, a qué dudarlo, ahora que nos falta
su mejor homenaje son sus versos.
Magaly Quiñones
Poeta y escritora puertorriqueña
Poemario: Sueños de papel
1 comentario:
El poema interminable que dedicó a su río,
conforma el verbo mío.
Como el niño goloso de aquel cuento,
su poderoso dedo hecho a palabras
cerca la orilla de la luz,
detiene el paso turbio de las aguas
y ajeno a adulaciones y a alabanzas,
surca el foso del tiempo.
Nuestra siempre recordada JULIA.
Hermoso...
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