Yo creo en lo sagrado, quizás no con la abnegación y la obedencia que se espera de una fiel servidora de la fe, de una humilde devota, de una mártir dispuesta a cualquier sacrificio, pero creo en lo sagrado. Y lo sagrado siempre se manifiesta como una promesa: la de la salvación, la de la recompensa al final del arduo camino, la de la paz interna al vencer a los demonios de adentro. Llámenle cristianismo, el camino del santo, el inner child, las enseñanzas del Tao o de Buda. O llámenle patriotismo. Todas son formas de acercarse a lo sagrado.
Más o menos en la adolescencia una promeza empezó a fraguarse entre esta tierra en que nací (por casualidad, hay que decirlo) y yo. Empezé a darme cuenta de que un país no es un canto de tierra y cemento que se posee, ni una vergüenza que se esconde, ni un "patrimonio" que se hereda por casualidad. No sé cómo, pero un buen día entendí que un país es una proyección hacia el futuro. Es como si me preguntaran: "¿qué tu quieres ser cuando seas grande?" Y yo, casi si entender, respondiera: "puertorriqueña".
**Lamentablemente no recuerdo el nombre de la autora, pero si usted lo sabe le agradecería me lo deje saber.**
3 comentarios:
Ya sabes que las cosas como esta son las que me encantan y me hacen ensanchar el alma...
Es de un ensayo?
Si lo encuentras completo me lo envias al correo.... sale?
te quiero...
Peloc
Sip PeLo, es de un ensayo que nos dio para leer Sheila, asi que si no te lo puedo conseguir ya sabes donde conseguirlo.
Bexox!!
me encanta el new look de nuestras herencias...sin falta este weekend publico..Abrazos
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