Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.
...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes!
¡Vida, estamos en paz!
Autor: Amado Nervo
2 comentarios:
Creo que más que un poema es una oración de gratitud a flor de cuello.
Besos
(Sigo aquí, no me olvides)
Éste está en mi blog, me encanta..un amigo de mis padres murió hace poquito y quiso que en su misa le recitaran este poema...que es un hermoso agradecimiento a la vida, a una vida real y reconociendo que somos nosotros los que diseñamos nuestro camino...lo vivido, bueno y/o malo...es nuestra responsabilidad.
Cariños
Brenda
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