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jueves, 8 de febrero de 2007

ELIPSE DE AMOR Y MUERTE

Durante largos años viví en la servidumbre más abyecta
aterrorizada por la mirada de desaprobación
del hombre a quien amaba.
Temía constantemente incurrir en errores:
vestirme mal para una fiesta,
hablar de sexo oral,
dejar caer la copa de champán
sobre el gabán del presidente del Banco Nacional,
hacer sentir ridículas a las señoras
que lucían escotes cargados de esmeraldas,
hacer sentir estúpidos a los señores
que hablaban de negocios millonarios.
Nunca quise ofender ni a hombre ni a mujeres.
En el fondo sentía que eran buenos
aunque me aburriera demasiado
para conservar la salud moral.
De ahí que enfermara gravemente
por interminables temporadas,
detalle que agravaba mi situación con aquel hombre
porque mientras pagaba los médicos más prominentes
y nunca se apartaba de mi lecho de agonía
yo parecía deslizarme sin remedio
hacia un estado de debilidad crónica,
dolores de cabeza que no me daban tregua
y náuseas persistentes que me adelgazaron
hasta la desesperación.
Aquel hombre me amaba sin embargo.
A través de la bruma de los años ahora lo veo claro.
Siempre buscó mi cuerpo
como un sediento al agua
y hasta en los paroxismos de mi enfermedad
yo recibía su fuerza viril con éxtasis renovado.
Detrás de los orgasmos
la muerte me llamaba loca,
como una estrella que caía por el firmamento,
los cabellos larguísimos y la túnica de gasa,
toda blaca
y transparente sobre la noche eterna.
Ella también besaba mis pechos y mis labios,
mordía mi vientre.
Hasta que un día aciago e inexplicable
el sol logró colarse por el borde de encajes de mis sábanas
-un descuido, quizás, de la muerte y del amor-
y el miedo abandonó la alcoba silenciosa
de mi piel y de mis huesos.
Descendí sin esfuerzo
las altas escaleras y salí al jardín.
Entonces me abrí toda al sol de junio
y al cielo del Caribe
y comencé a reir y a correr sin detenerme
hasta llegar aquí
donde hace horas que le escribo versos
a aquel hombre que amé hace veinte años
y que creo me amaba a su manera.

Autora: Olga Nolla

2 comentarios:

La-Roc dijo...

Vas a ser la culpable de que me corte las venas con una pluma de ruiseñor o con una hojita de lechuga romana fresca.

Me ha encantado... por cierto ¿este va a ser un blog grupal? Si es así añádeme a la lista de nocturnos corta venas... a mí lo heredao' nadie me lo hurta.

Un abrazo enorme!

Xai dijo...

Jajajaja

Perdona, pero me ahogué cuando leí lo de la lechuga jajajajaj

Esa Olga Nolla, sabe como calarnos hasta el tuétano la condená.

Sip, te añado a la lista, (cuando me entere bien de como se hace). Por ahí dice que necesito tu e-mail, pero no se cual habras usado para el blog, me dejas saber.

Bexox