Su respuesta fue la siguiente: ¡Ah, los puertorriqueños... que difícil pregunta!
Los puertorriqueños están entre ustedes pero no son de ustedes.
Los puertorriqueños beben en la misma copa la alegría y la amargura.
Hacen música de su llanto y se ríen de la música.
Los puertorriqueños toman en serio los chistes y hacen chistes de lo serio.
No creen en nadie y creen en todo. ¡No se les ocurra discutir con ellos jamás.
Los puertorriqueños nacen con sabiduría. No necesitan leer, todo lo saben. No necesitan viajar, todo lo han visto. Los puertorriqueños son algo así como el pueblo escogido, por ellos mismos.
Los puertorriqueños se caracterizan individualmente por su simpatía e inteligencia y, en grupos, por su gritería y apasionamiento. Cada uno de ellos lleva en sí la chispa de genios y los genios no se llevan bien entre sí, de ahí que reunir a los puertorriqueños es fácil, pero unirlos es casi imposible.
No se les hable de lógica, pues eso implica razonamiento y mesura y los puertorriqueños son hiperbólicos y exagerados. Por ejemplo, si te invitan a un restaurante a comer, no te invitaron al mejor restaurante del pueblo, sino al mejor restaurante del mundo.
Cuando discuten, no dicen: No estoy de acuerdo contigo sino, estás completamente equivocado.
Tienen tendencias antropofágicas; así entonces ¡Se la comió! es una expresión de admiración y comerse un cable es señal de una situación critica.
Llamarle a alguien come mierda es un insulto lacerante.
El puertorriqueño ama tanto la contradicción que llama monstruos a las mujeres hermosas y bárbaros a los eruditos. Si te aqueja alguna situación de salud te advierten.
¡Mano, debiste hablar conmigo para llevarte donde un pana mío médico que es un caballo!
Los puertorriqueños ofrecen soluciones antes de saber el problema. Para ellos nunca hay problema. Saben lo que hay que hacer para erradicar el terrorismo, encausar a América Latina, eliminar el hambre en África, pagar la deuda externa, quién debe
ser presidente y cómo Estados Unidos puede llegar a ser una potencia mundial.
No entienden por qué los demás no les entienden cuando sus ideas son tan sencillas y no acaban de entender por que la gente no quiere aprender a hablar español como ellos.
Ah, los puertorriqueños... No podemos vivir mucho con ellos, pero es imposible vivir sin ellos.
Dedicado con cariño a los habitantes del mejor país del Mundo...
No hay nadie que no conozca a un puertoriqueño o, por lo menos, conoce a alguien que conoce a un puertoriqueño.
De todas maneras, le preguntaron en una ocasión a un reconocido sabio maestro:
¿Qué es un puertorriqueño?
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